Potenciar el valor del esfuerzo



El esfuerzo es un valor en franca decadencia hoy en día, y sin embargo es necesario para conseguir cualquier cosa, desde mantener una relación de pareja o de amistad hasta acabar una carrera universitaria o progresar en cualquier disciplina. El esfuerzo es la distancia que hay entre el deseo de conseguir un objetivo y la realidad de haberlo conseguido. Uno de los problemas es que no siempre, a pesar del esfuerzo o la perseverancia en la tarea, se consigue el objetivo que uno se había planteado y ello puede generar frustración.


La capacidad de esforzarse es diferente en las diferentes personas en función de sus cualidades. También precisamente por las diferencias individuales, es interesante atender a la diversidad y de alguna manera saber detectar cuáles son las cualidades en las que nuestros hijos, esforzándose, lograrán mejores resultados. En resumen, que uno se puede esforzar mucho tocando un instrumento y sin embargo no tener cualidades para hacerlo...




Las barreras para el desarrollo del esfuerzo que se identifican son:


- El universo tecnológico y la confortabilidad. Se puede obtener gran cantidad de información con un solo clic desde tu habitación, mientras antes igual te tenías que recorrer varias bibliotecas para saber lo mismo. La tecnología es un gran bien pero ha atrofiado el sentido del esfuerzo. Hasta para levantarse y cambiar un canal de la tele, antes del mando a distancia, había que levantarse del sofá...


- La sociedad de la abundancia. Nuestros hijos (y nosotros mismos...) tenemos mucho y además lo tenemos siempre. Las cosas no se valoran de la misma manera que si nos han costado sacrificio
o se tienen con escasez. El ejemplo más claro está en la vorágine consumista de Navidad y dónde acaban los múltiples regalos que reciben nuestros hijos.


- El paternalismo. "Ya te lo haré yo..." Para ir más rápido o simplemente para facilitarle la vida a los hijos... Aunque en el fondo estamos hipotecando su futuro y su autonomía. Hay que identificar en qué edad es capaz de hacer determinadas cosas y dejárselo hacer. A los niños "se lo damos todo masticado" primero la comida y luego el resto de las cosas...Es un contrasentido que pretendan aprender sin contrariedades.


- Las contradicciones del sistema educativo. En los prólogos de las leyes educativas se identifica el esfuerzo como un valor educativo. Sin embargo nuestro sistema educativo actual tiene una baja exigencia.


- Los contramodelos. Modelos en los que se miran nuestros hijos y que no son modelos de esfuerzo (famosos por participar en Gran Hermano o por haberse liado con algún torero, etc) Gente que tiene fama y dinero sin haber hecho ningún esfuerzo ni nada respetable para ello.




Cosas que debemos hacer los padres para incentivar el esfuerzo:


- Introducir pequeñas contrariedades en las vidas de los niños. La contrariedad estimula la imaginación. Lógicamente no todo tienen que ser obstáculos, pero si es interesante alternar entre facilidad y contrariedad.


- Generar confianza: "Tú puedes (aunque te cueste, aunque no salga a la primera...) La dificultad tal vez para los padres es saber encontrar el momento en el que realmente pueden cumplir determinados objetivos.


- Acercar figuras o modelos de esfuerzo, gente que tiene una posición porque ha hecho algo valioso en base a su esfuerzo personal. Subrayar también las "sombras" de estos modelos y las malas épocas, no todo es maravilloso en el camino hacia el éxito en cualquier actividad.


- Dejar que aprendan por la propia experiencia. Las cantinelas que a veces empleamos los padres tienen su sentido, pero esta claro que nadie escarmienta en piel ajena.


Amalia Arce (médico pediatra)

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